Actualmente
nos encontramos ante una situación novedosa, y como sucede con todo lo
desconocido, nos genera incertidumbre y, sobre todo, miedo. Más
aún, cuando sentimos amenazada nuestra salud y también la de nuestros seres
queridos.
No
debemos olvidar que somos seres emocionales y algo inherente en el ser humano
es que al igual que experimentamos emociones positivas también pueden
instalarse en nuestro interior sentimientos negativos. Estos últimos suelen
atormentarnos porque vivimos en una sociedad en la que parece que el estado
ideal es mantenernos en una felicidad constante en la que todo debe girar en torno a lo
ideal, negando la tristeza, juzgando el enfado o erradicando el miedo pero tenemos
que tener en cuenta que son emociones básicas y tienen una función.
Pues ¿Si no
existiera el miedo nos quedaríamos en casa o saldríamos a la calle?
Es muy
probable que si no concibiéramos estos sentimientos estaríamos incumpliendo las
medidas establecidas durante la pandemia y por ende, perjudicándonos tanto a
nosotros y nosotras como al resto de la sociedad.
Por
ello debemos darnos permiso para sentir cualquier tipo de emoción, lo
importante es ser conscientes de que existen todo tipo de emociones, reconocerlas,
aceptarlas y regularlas.
En este sentido, es fundamental el autocuidado
emocional, más en estas circunstancias extraordinarias donde nuestro bienestar
emocional se está viendo afectado así pues, practicando técnicas de relajación,
compartiendo o escribiendo nuestro estado emocional y siendo conscientes de nuestra
capacidad de resilencia puesto que hemos superado otras dificultades y también
superaremos la actual. Además de equilibrar momentos de introspección con
las relaciones sociales y comprender que siempre existen oportunidades para
aprender y avanzar como persona y como sociedad.
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